domingo, 29 de junio de 2014

Vivo en un país que odia la eficiencia

Por Yordanis Ricardo Pupo

Revisando viejos documentos encuentro este artículo que nunca publiqué para evitar la censura. Hoy lo comparto, aunque ya yo estoy lejos de "esto", pero no la Isla...

Vivo en un país que odia la eficiencia. Nos pasamos la vida hablando del tema, de la necesidad de alcanzarla y cuando vemos algo que se parece un poquitín así, le damos con el pie, lo aplastamos y lo apartamos hasta que el ente emisor desiste de su empeño de ser eficiente. 

Esa es la venganza de la mediocridad que impera en casi todos los sectores de la sociedad cubana. Mediocridad de los que siempre fueron mediocres, de los que han sido obligados a ser mediocres y de los que les ha resultado más ventajoso ser un mediocre más. Así no te complicas la vida, y mientras haces como que trabajas, se te va la vida, esperando esos “tiempos mejores” que no acaban de llegar, a ese “hombre moderno” que parece jamás va a emerger de entre el proletariado nacional.

Sé que estas palabras podrán ser usadas en mi contra, que tal vez sea acusado de muchas cosas, pero hoy estoy despechado, herido hasta los tuétanos por quienes debían alabar mi trabajo o al menos apoyarme en la gestión de lograr un colectivo eficiente. Y es que ellos ven el peligro donde no lo hay, se sienten amenazados, temen al brillo que pueda emanar un joven que va “a contracorriente” de una generación que ya comienza a ser “perdida”.

Y también siento pena. No por mí, aunque me cuesta tanto ser otro mediocre de la lista, sino porque el futuro de nuestro país sigue en manos de gente como esta, que no aprende el verdadero camino de una sociedad socialista, inclusiva, abierta –al diálogo, a lo nuevo.

Al final, tal vez la historia se repita, y viva otro día como aquel en Baraguá, cuando me expulsaron de la UJC por ser homosexual, y borraron de un manotazo mi hinchada hoja de servicios a favor de mi PATRIA, la misma que tantas veces he jurado defender de mercenarios e imperialistas. Si esto pasa, sentiré que le he fallado otra vez a mi país, que otra vez han ganado los burócratas, los corruptos y mediocres que le corroen el alma a nuestra querida nación. 

Pero el sol es muy grande, y aunque los desagradecidos ignoren su luz y solo hablen de sus manchas, lo vemos ahí cada mañana, recordándonos su fuerza.