martes, 1 de julio de 2014

Del paraíso a la nada... o viceversa

Por Yordanis Ricardo Pupo
Después de tantos años queriendo ignorar su existencia, decidí comprar y leer “La nada cotidiana”, novela con que la cubana Soez Valdés (La Habana, 1959), conquistó la fama, en 1995.

(Si, ha leído bien, Soez no Zoé… ya les explicaré. Ah, y se dice que la fama le viene por sus constantes ataques al sistema político cubano, más que por sus numerosos libros.)

“Ella viene de una isla que quiso construir el paraíso...” Así comienza, y así acaba, esta obra intensamente desgarradora, en tanto nos traslada a un país que lleva ya más de cinco décadas destruyéndose y destruyendo a quienes, por azar recurrente del destino, nacimos allí.

(“Siempre habrá que partir y perder la fuerza, la esperanza”)

Como la autora, miles de miles de cubanos hemos cogido el camino de la mar en busca de un futuro mejor, pero aun envueltos en los brillos de la antigua Europa o del sacro “imperio” nos es imposible mantenernos a salvo de lo que sucede en nuestra patria.

Quizás por eso me negaba a leer “La nada…”, para no volver a cuestionarme dónde está ese hombre nuevo que tanto han pregonado, esa sociedad nueva…

La nada envuelve la cotidianidad de Patria, la protagonista, quien “lleva este nombre porque nació el año en que la Revolución triunfó en Cuba y representa la primera generación de los que crecieron en un sistema que debía desterrar para siempre la injusticia.

“Pero los años han pasado y el paraíso prometido se ha vuelto un infierno de frustración, penurias y apatía, en el que todos, adictos y escépticos, parecen atrapados.


“En esta realidad desolada, Patria escribe sobre sí misma y sobre los demás, sobre lo que observa y lo que siente, lo cotidiano, pasado y presente. Escribe para vengarse, para comprenderse y para que la comprendan…”

¿Les suena de algo, queridos amigos?

A mí me recuerda la zanja de aguas putrefactas, el barrio donde quedaron los amigos, soñando con ir a París o La Habana, al parque de provincia o el malecón donde todo se vende y se compra…

¿De verdad es eso lo que querían nuestros padres para esta generación? La voz entrecortada de mi madre me dice lo contrario cada domingo. No fue para eso que se sacrificaron tanto, que gritaron tantos Vivas y “comieron tanta candela”.

Al principio de estas líneas llamaba a la autora Soez en vez de Zoé, porque tengo que, humildemente, reprocharle tanta lata pornográfica, ese lenguaje soez… ya sé que esta pequeña isla no le importa a nadie, que para vender necesita llamar la atención con escenas sexuales… pero, ¡es tan fácil criticar desde la poesía!

A pesar de ello, me identifico con La Nada… no podía ser de otra manera. De sus personajes, me quedo con “la gusana”, emigrada poco dada a la nostalgia, pero irremediablemente ajena a estas calles y aceras españolas que nunca serán nuestras…

Al final, ni el inmenso mar nos salva del estropicio, de esa nada cotidiana que cubre la isla en que nacimos y donde sobre-viven nuestros seres más queridos.

Ojalá algún día la historia sea diferente…. Ojalá algún día sea verdad eso de “Ella viene de una isla que quiso construir el paraíso...”, y lo consiguió.


Zoé Valdés es poeta, novelista y guionista de cine. Durante varios años trabajó en la delegación de Cuba ante la Unesco y en la oficina cultural de la embajada cubana en París. Ha ganado premios de poesía y fue finalista del concurso La sonrisa vertical. 

Recientemente ha sido galardonada con el Premio de novela breve Juan March Cencillo, por su relato La hija del embajador. La nada cotidiana, su primera novela, se publicará en varios países europeos y en Estados Unidos, y ha tenido un singular éxito de crítica y de ventas en Francia y España. Zoé Valdés vive en París; yo en Barcelona.

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